Muchas personas todavía dudan de la seguridad de la firma electrónica porque está rodeada de mitos. El más común es pensar que resulta fácil de falsificar, cuando en realidad cada firma queda respaldada con evidencias técnicas como registros de hora, dirección IP y un hash único del documento que delatan cualquier intento de manipulación. Otro mito frecuente es creer que “si no es en papel, no vale”, cuando en muchos países la firma electrónica está reconocida legalmente y goza de la misma validez que la manuscrita, siempre que se utilice en el contexto adecuado.
También se suele temer que cualquiera pueda firmar en nombre de otra persona. Sin embargo, las plataformas modernas incluyen métodos de autenticación como correos verificados, códigos SMS y sesiones únicas que garantizan que la identidad corresponda al firmante real. Incluso se cree que las firmas electrónicas no sirven para múltiples firmantes, cuando soluciones como Firmador Múltiple permiten que cada persona participe en un mismo flujo de firma con evidencias propias y auditables. Y, finalmente, está la idea de que hacerlo desde un celular es inseguro, cuando herramientas como U.Sign combinan cifrado, autenticación y trazabilidad, logrando que sea incluso más seguro que un papel físico.
La seguridad de la firma electrónica no es una promesa vacía, es un proceso que se respalda en tecnología y evidencia.






